Entrevista con Wagner Moura, el Pablo Escobar de la serie 'Narcos'
Wagner Moura dice que tras grabar la segunda temporada de 'Narcos' entrará en desintoxicación actoral.
Foto: Rodrigo Sepúlveda / EL TIEMPO |
'Es la cosa más difícil que he hecho (...) esa experiencia cambió mi vida', comenta el actor.
Comencé a ver con mucha pereza la serie ‘Narcos’, de
Netflix, porque en Colombia estamos aburridos de la explotación de Pablo
Escobar. Y le confieso que me sorprendió por bien hecha...
Ah, qué bien. Ya estamos terminando la segunda. Creo que se estrena
en agosto. Pero Netflix quiere guardar el misterio, y no puedo contar
mucho más.
Quiero hablar de usted y de su papel. A mí me pareció muy
bien hecho el Pablo Escobar del actor colombiano Andrés Parra, que se
metió tan intensamente en el personaje que ya se parecía a Escobar en la
vida normal. En cambio, el Wagner Moura que veo con cara de buena gente
no evoca para nada al criminal que produce terror en la serie...
Es la cosa más difícil que yo he hecho en mi vida. Creí que era un
buen reto. Igual, le digo con toda sinceridad que esa experiencia cambió
mi vida, porque nosotros los brasileños vivimos aislados, como un país
gigante que habla portugués.
Hubo muchas críticas al principio, porque a su Pablo Escobar
se le notaba el acento brasileño, y el hablado paisa es esencial para
representar a ese personaje. Sin embargo, es tan bueno el papel que a
uno muy pronto se le olvida el problema del acento...
Bueno, gracias. En la serie también tenemos actores de México, de
Chile; para los que conocen el acento paisa de verdad, ninguno de
nosotros lo hace perfecto.
¿Usted era muy conocido en Brasil antes de la serie?
Soy un actor conocido en Brasil, tengo ya una historia. Pero en
ninguno de esos personajes que he interpretado allá, donde también se
dan diferentes acentos, logré hablar exactamente como una persona local.
Le voy a contar mi historia: llegué a Medellín en el 2014, como cinco
meses antes que todos, para estudiar español, y me metí en la
Universidad Bolivariana, ahí en Laureles. Todos los días tomaba clase de
gramática, y estaba ahí en la ciudad donde vivió Pablo Escobar,
hablando con la gente de su barrio. He leído todo lo que he conocido que
se ha escrito en español o inglés sobre Pablo Escobar.
¿Conoció a su familia?
No. Creí que eso me comprometería demasiado. Preferí estudiar al
personaje en el contexto de la historia moderna de Colombia. Me vi todas
las películas y documentales y luego dejé todo eso al lado para crear
mi propio Pablo, porque al final siempre eso es lo que pasa. Vi el
trabajo increíble de Andrés Parra, también el que hizo Benicio del Toro
hablando en inglés, pero cada actor tiene su propia mirada sobre el
personaje que interpreta. La mía es completamente distinta a la de
ellos. No traté de imitar a Pablo en lo gestual, y eso es raro porque a
la vez en muchos momentos alguien me dice: “¡Uy!, ¿sabe que Pablo hacía
exactamente eso con los pantalones?”.
Quiero insistir en su visión sobre Pablo Escobar, porque
tiene muchas facetas. Es malvado y sanguinario, pero adora a su señora y
a sus hijos. Su personaje va haciendo esa metamorfosis. ¿Cómo va
imbuyéndolo toda esa maldad? Usted va adquiriendo en la serie una mirada
terrible, sombría, calculadora, cruel.
Yo no creo que los actores inventen un sentimiento que no está dentro
de ellos. Creo que todos trabajamos con cosas que están ahí. A uno le
toca buscarlas y traerlas a la superficie. Por ejemplo, un pintor
produce su pintura fuera de su cuerpo, pero viene de adentro. Un músico,
lo mismo. Los actores también. Las cosas que decimos o hacemos con
nuestros cuerpos vienen de adentro. El problema es que el cuerpo tiene
una memoria, usted le dice al cuerpo que eso es real y el cuerpo lo
cree.
¿Significa que existe el peligro de que el actor se pase a vivir en su papel en la vida real?
Sí, aunque la cabeza sabe que aquí hay una cámara y todo eso, pero de
alguna manera uno tiene que lograr no estar tan influenciado por esta
energía.
¿Qué idea le queda de Pablo Escobar?
Imaginemos por un momento que no fuera un personaje real; que yo
recibo un guion en el que interpreto a un capo del crimen involucrado
con la política, que quiso ser en algún momento presidente de un país,
que ama a su familia profundamente, que es divertido, carismático,
generoso con los pobres, bueno con los amigos. Y al mismo tiempo, que es
tal vez el más peligroso asesino del siglo XX, después de Hitler en la
Segunda Guerra. ¡Qué personaje ese, sin juzgarlo, para que lo interprete
un actor! ¿Exacto? Qué duro ese reto de interpretar a un personaje tan
contradictorio. Ahora, lo que pasa es que Pablo Escobar sí fue un
personaje real, con todas esas características. Por la responsabilidad
que eso tiene, me encanta que me diga que le gusta la serie. A mí como
latino me importa mucho, porque la historia de ese Pablo Escobar de
Colombia, igual, es la historia de Brasil y de muchas partes de América
Latina.
¿Cuando le propusieron el papel no pensó en rechazarlo porque ya ha habido muchos Pablos?
No. Eso no me importa. ¿Cuántos Hamlet ha habido?
¿Cuánta gente ha visto la serie en el mundo?
Netflix no revela esos datos, pero una encuesta fuera de Netflix dice
que es la segunda serie más vista en el mundo después de ‘Game of Thrones’. Por lo menos es seguro que es la serie más vista de Netflix.
¿Qué piensa de la Colombia que padeció a Pablo Escobar? En su
papel, usted se codea con congresistas, generales, candidatos
presidenciales, famosas presentadoras de televisión, sicarios, gente
humilde, oportunistas, en un país muy asustado y puesto contra la pared.
Bueno. Cuando estuve en Medellín, porque fue la primera ciudad que
conocí de Colombia, vi y admiré el transporte público utilizado como
herramienta de integración social. Mi primera impresión es que hubo una
inversión en el espíritu ciudadano para que la gente quisiera a su
ciudad, al país, y respetara los bienes públicos. De Pablo Escobar solo
tenía claro que era el capo gordo que murió en el techo de una casa,
pero no sabía nada de las bombas en Bogotá. También puedo decir que me
impresionó mucho la manera como el país se reconstruyó en 25 años. Es la
segunda economía de mayor crecimiento de América Latina.
No me podrá negar que Colombia es compleja...
Es muy compleja por las cosas que pasan con el paramilitarismo, la
guerrilla, el narcotráfico, la influencia de los Estados Unidos; porque
ustedes son, de hecho, el único país grande de América del Sur que no
tuvo una dictadura de derecha. Claro, porque tenían una relación muy
cercana a los Estados Unidos. Después de ver la Revolución cubana, los
americanos dijeron “eso no va a pasar nunca más aquí”. Entonces Brasil,
Paraguay, Argentina, Chile, todos nosotros tuvimos dictaduras de derecha
muy duras, muy pesadas. Esa ya es una diferencia grande en términos
históricos entre Brasil y Colombia, pero, de resto, somos muy parecidos.
¿Es cierto que está tan contento en Colombia que se trajo a vivir a su familia?
Sí, porque el año pasado fue muy duro para mí. Y esa era otra cosa
que me hacía llegar más cerca de Pablo, porque yo quería estar con mi
familia, como él, y no podía. Yo por ser actor y Pablo por ser Pablo.
¿Sus hijos, que deben de ser pequeños, qué pensarán cuando vean esa serie?
Ellos ya saben que yo hago el papel de malo. Cuando tengan edad, ya veremos
.
.
¿Le gusta la política? Porque alrededor de la vida de Escobar hay mucha.
A mí me gusta la política. José Padilha, el director de ‘Narcos’, que
me invitó a hacer de Pablo, no sabía que yo no era gordo, que no
hablaba español, que ni me parezco a Pablo (risas). A los que nos gusta
la política tenemos un poder muy grande para hacer que la gente
reflexione y piense. Tengo muchos amigos que ven Narcos y dicen: “¿Eso
pasó de verdad?”.
Es tan increíble que no parece posible...
Nosotros igual mezclamos escenas verdaderas con segmentos de
documentales. Mucha gente queda tan asombrada que se mete a Google a ver
si eso realmente sucedió en Colombia. Me parece buenísimo que la serie
produzca esa curiosidad.
Los policías gringos de la serie también están muy bien logrados: tienen unos claroscuros muy interesantes...
De hecho, es verdad que los americanos estuvieron involucradísimos en lo que pasó aquí. Pero nunca quisimos que ellos fueran los ‘good american guys’ que vienen a un país pobre a salvar a la gente de los malos. Tienen sus dudas, son personajes reales.
De hecho, es verdad que los americanos estuvieron involucradísimos en lo que pasó aquí. Pero nunca quisimos que ellos fueran los ‘good american guys’ que vienen a un país pobre a salvar a la gente de los malos. Tienen sus dudas, son personajes reales.
¿Qué sigue para Wagner Moura después de ‘Narcos’?
Cuando acabe la segunda temporada de la serie tendré que parar de
actuar por ahora, porque este Pablo sigue aquí muy fuerte. Tengo que
desintoxicarme. Cualquier cosa que yo haga en los próximos seis meses
tendrá su influencia. Planeo más adelante dirigir una película en
Brasil, sobre un guerrillero brasileño.
¿Qué tan diferente fue la guerrilla brasileña de la colombiana?
Nunca tuvimos un fenómeno como las Farc, ni de su asociación con el
narcotráfico, ni una guerrilla rural refugiada en la selva. La guerrilla
que hubo en Brasil era urbana, para pelear contra la dictadura militar.
Mi personaje será Carlos Marighella, líder de la agrupación guerrillera
urbana más grande en el Brasil en los 60. Él murió en el 69.
¿Qué piensa de todo lo que está pasando en el gobierno de Dilma Rousseff y con Lula?
Es el peor momento para hacer una película sobre un comunista. Lo que
está pasando en Brasil ahora es algo muy parecido a un golpe de Estado.
Vea, yo no soy gobiernista, yo no apoyo al Gobierno, pero también me da
mucha pena que todas las ideas progresistas que giraban alrededor de un
partido de izquierda estén vueltas nada por pura incompetencia del
gobierno del PT. No es culpa de nadie, solamente de ellos. Porque se
involucraron en una disputa de poder que los hizo hacer las cosas que,
de verdad, siempre se hicieron. El PT no inventó la corrupción. Pero no
esperábamos eso de ellos. Entonces, hay muchos en Brasil que no quieren
ver lo que ha pasado. No quieren ver la corrupción. No quieren ver la
incompetencia del Gobierno.
¿Usted piensa así?
Yo no pienso así. Creo que la corrupción ser investigada y castigada. Pero lo que está pasando es una politización de las investigaciones.
O sea, ¿usted no cree en la imparcialidad de la justicia brasileña?
No. Está siendo corrompida por una agenda política muy clara y clave
de la oposición hipócrita. Tan corruptos como todos, pero salen a las
manifestaciones como paladines de la moralidad. Claro que el PT es
gobierno, y han quedado en evidencia sus relaciones con las empresas que
están siendo investigadas. Pero es una investigación selectiva. Una
investigación política, de juego de poder. Y eso me parece muy malo.
Además, en las manifestaciones contra Dilma no se ve gente negra. Solo
blancos.
¿Eso qué quiere decir?
Que las clases menos favorecidas de Brasil no están en la
manifestación. No están en la calle, porque son la gente que fue ayudada
por las políticas sociales del PT, y que no consume periódicos. Esa es
una clase media que está creyendo que la corrupción de un país vive solo
en un solo partido. Que tan pronto saquen al PT del poder todo se va a
arreglar en el país.
¿Se cae Dilma?
Para que la saquen del poder se tiene que probar que está personalmente involucrada en un acto de corrupción.
¿Y eso no se lo han logrado probar a Dilma?
No. Que ella haya sido elegida con ciertos dineros es posible. Que
haya sabido de ello es posible. ¿Hay alguna prueba de eso? Ninguna. Y el
man ese, el presidente del Congreso, Eduardo Cunha, que es un bandido,
aceptó el pedido del ‘impeachment’ porque estaba siendo cazado por la
Comisión de Ética del Congreso, y para salvar su pellejo, puso un país
entero en una polarización peligrosísima.
¿Brasil está partido en dos?
Una zona gris no hay. Uno no puede pensar objetivamente. Si les digo a
mis amigos brasileños que yo sí creo que hubo un esquema de corrupción
gigante en el Gobierno, que tienen que ser investigados y que de pronto
Lula está involucrado con eso, no sabemos todavía, es como si estuviera
diciendo un sacrilegio. Y también pasa lo contrario.
Si alguien dice que no hay pruebas, también dicen que es que está protegiendo al Gobierno...
Y que “tenemos que sacar a esa vieja h. p. de ahí”. Ahora que Lula
aceptó ser ministro, él podrá pelear dentro del juego del poder porque
tendrá fuero privilegiado como ministro. Lula sigue siendo, con todo lo
que pasó, un líder de mucha fuerza. Yo, de hecho, estoy muy asustado,
especialmente por el hecho de que cualquier posición que no sea extrema
es vista como enemiga de un bando o de otro.
Aquí nos está pasando lo mismo con el proceso de paz. El que
se atreve a criticar algunos aspectos de la negociación es matriculado
inmediatamente como enemigo de ella...
Yo veo el proceso de paz con buenos ojos, y cuando leo algo sobre la
justicia transicional me parece que sí habrá justicia. Nosotros tuvimos
una ley de amnistía completamente diferente, sin justicia transicional.
Fue un “olvidemos todo. Se acabó”.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
Especial para EL TIEMPO
Fonte: El Tiempo
Primero que nada, su actuacion y la de todo el elenco me parece un espectaculo, asi como la serie misma. No me pierdo un solo capitulo !
ResponderExcluirSegundo, soy Argentina y algo similar esta ocurriendo en mi pais, digo similar ppr no decir igual ya que aqui ha podido ganar el candidato titere de extrema derecha que tenian preparado. Siendo lo contrario, me imaginaba al escuchar por la radio las noticias del desplazamiento de su cargo a Dilma y lo ocurrido anterior como posteriormente, pasaria lo mismo que en su pais natal senor Wagner, esos juicios y acusaciones locas poniendo al pais en contra de ya ni saben quien. 'Odiando al oprimido y amando al opresor' como lo dijo Malcom X. Para poder desplazar y poner tras las rejas a todo aquel que presente o pueda presentar complicaciones en su camino. Aunque no estan exentos de esa culpa, lo han hecho, a un nivel mas bajo, menos criminal, con los medios ayudandoles a abrirnos los ojos y taparnos la boca. Todo se ha ido de las riendas de nuestra queridisima latinoamerica. Estamos siendo invadidos nuevamente por las politicas norteamericanas,desgarrandonos, para quedar expuestos a ellos como un cadaver y que los buitres malavidos se alimenten de el. Es una nueva forma de reorganizacion nacional, es una nueva forma de sacarnos el jugo como lo hicieron en los 60, 70 y 90, una nueva forma de vender nuestra soberania. Ha estado ocurriendo en el mundo desde ya varios anos, desde Ucrania hasta Grecia, Espana. Y nosotros sin abrir la boca...
Gracias por sus escritos, lo sigo desde hace mas de 5 anos.
Lealmente suya y a su disposicion. Vergara Maria del Milagro, Formosa Argentina.
Gostaria mt de saber pq vc fez aquele filme denegrindo os guarda vidas que salvam vidas em condições precárias. Vc é um covarde que usa a mídia pra apoiar esse poder de Sérgio Cabral e seu bando que faliram o estado. Herói do mar, vc nunca será!
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